Una de Sherlock Holmes
Era una tarde soleada.
El detective Holmes analizaba su último caso. Una joven salió de su casa. Caminó hacia él. o miró y le dijo:
-Ayer lo necesité y usted no estuvo. Lo llamé y lo llamé, pero no me respondió.
-Perdón, señorita, es que no estuve en la ciudad, ¿cuál fue la urgencia que tuvo?
Y la dama contestó:
-Un malvado ladrón me robó las ideas de mi próximo cuento.
Holmes le dijo:
- ¿Hubo sangre?
- Hubo un poco, era un cuchillo el arma.
Holmes pensó:
-Debo ver el cuchillo. Venga - y la llevó al laboratorio.
La señorita dijo:
-¡Es el mismo cuchillo!
-También tengo un guante.
-¡Es el mismo!
Holmes:
-¡Los ladrones!
Holmes agarró una red y una pava, las ató y las tiró.
Watson pasó en patineta y tropezó, cayó en la rejilla, empujó y entró a la casa y la pava golpeó al ladrón.
Tres meses después, la señora ganó un premio de literatura. Holmes se casó con ella y Watson aprendió a andar en patineta y tomó durante los dos últimos meses, en una cabaña de Puerto Rico y al lado de la playa, agua de coco.
Joaquín
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